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DRA. LÉRIDA L. ACOSTA DE LA LUZ
Ingeniero Agrónomo, Especialista en Plantas Medicinales - La Habana, Cuba - 2006
Las materias primas vegetales cosechadas o recolectadas deben protegerse de la lluvia, humedad, de su exposición a la luz solar directa y otras circunstancias que pudieran ocasionar su deterioro, así como descargarse con prontitud tras su recepción en la planta de procesado, con el fin de impedir la fermentación microbiana y la degradación térmica.
Durante las diferentes etapas del procesado del material vegetal, el que varia en función de cada material, debe inspeccionarse y seleccionarse para eliminar por medios mecánicos o a mano las materias extrañas que proporcionan una calidad inferior, tamizar o aventar para retirar las materias con colores anormales, mohosas o dañadas, desechar las partes que presenten alguna afectación: manchas, decoloración, comidas por insectos, así como eliminar tierra, piedras, etc. Todas las materias vegetales elaboradas deben protegerse de la contaminación y la descomposición, así como de insectos, roedores, pájaros y animales domésticos.
Procesado específico
Algunas materias vegetales requieren un procesado específico para aumentar la pureza de la parte de la planta utilizada, reducir la duración del secado, impedir los daños ocasionados por hongos, insectos u otros microorganismos. Entre las operaciones habituales del procesado específico se encuentran la preselección y el corte o troceado del material. En ocasiones, es necesario la eliminación de elementos que no forman parte de la droga, como sucede por ejemplo con los rizomas de Zingiber officinale que requiere separarle las raicillas que aparecen en los rizomas y además su fraccionamiento.
También el lavado y desinfección forman parte del procesado específico, con el lavado se arrastra la tierra y cualquier materia extraña y con ello decrecen los microorganismos y consiste en tratar el material con abundante agua potable, o sea, con ausencia de productos químicos y metales pesados, así como apta desde el punto de vista microbiológico; se hace preferentemente por circulación continua, luego se efectúa un lavado por inmersión en un tanque de acero inoxidable que contiene agua con las características antes planteadas.
Para eliminar los contaminantes patógenos se requiere no solo del lavado, sino también de la desinfección y tiene como fin disminuir la contaminación hasta los niveles permisibles. Para ello se han establecido métodos de desinfección química aprobados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) utilizando hipoclorito de sodio a diferentes concentraciones y tiempo de inmersión, el hipoclorito de sodio tiene acción instantánea a concentraciones bajas, dosis mínimas entre 0,5-2,0% y tiempo de inmersión breve, entre 5-10 minutos. Para esta operación se emplea otro tanque de acero inoxidable con la solución del hipoclorito, se sumerge varias veces el material en la solución cuya concentración y tiempo de inmersión se determinan en cada caso.
Después del lavado y desinfección el material se escurre para posteriormente proceder a su secado.
Secado
La etapa más importante en el procesamiento poscosecha es el secado, es decir, la reducción de la humedad en el material recolectado hasta niveles que permitan su conservación prolongada sin deterioro de la calidad en el material. El secado interrumpe los procesos de degradación causados por enzimas o fermentos, impide el desarrollo de microorganismos y reacciones de oxidación y de hidrólisis.
Existen varios métodos de secado de las plantas medicinales: al aire libre, colocadas en capas delgadas sobre bastidores de secado en exposición directa al sol o protegidas del sol; en hornos de secado; en secadores solares, entre otros. El método y la temperatura utilizados pueden influir considerablemente en la calidad de las drogas vegetales obtenidas. Cuando sea posible se deben mantener un registro de las condiciones de secado, controlar la temperatura y la humedad para evitar dañar los compuestos químicos activos.
En cuanto al método de secado, se conoce por ejemplo que aunque el secado a la sombra es preferible para mantener el color de las hojas y flores o reducir las pérdidas de los principios activos, en algunas especies como en Calendula officinalis, se comprobó que el secado de sus flores a la sombra en comparación con el secado al sol, aunque no se produjo cambio de coloración, los contenidos de flavonoides fueron más bajos; al parecer el tiempo de secado prolongado (7-10 días, con temperatura promedio de 33° C y 52% de humedad relativa promedio) favoreció la hidrólisis enzimática de los compuestos fenólicos afectando su concentración (1).
Cuando en el proceso de secado se utiliza calor (natural o artificial) se pueden presentar pérdidas de aceites esenciales y de sustancias volátiles y riesgo de degradación de sustancias termolábiles, por lo que a la hora de seleccionar el método de secado se debe tener presente lo antes señalado. A modo de ejemplo podemos citar que en Matricaria recutita se experimentó el secado de sus flores a la sombra, al sol, en estufa a 45 y 50° C y se encontró que a la sombra demoró 6 días, al sol el tiempo de secado fue de 3 días y hubo una ligera disminución del contenido del aceite esencial, en tanto que a 45° C el tiempo fue de 3 días, sin pérdidas considerables en los porcentajes de aceite, sin embargo con temperatura de 50° C tardó 2 días y las pérdidas en el contenido de aceite fueron significativas, lo que indica que el limite de temperatura de secado fue de 45° C para que no se presente volatilización de los aceites (1).
En cuanto al tiempo de secado influyen numerosos factores, entre ellos las características de las plantas, el órgano a cosechar y la altura del lecho, o sea, el espesor de la capa de material. Por ejemplo el secado de ramas carnosas de Plecthranthus amboinicus en estufa a 40° C demoró 6 días, en tanto que el secado de ramas de Mentha piperita en similares condiciones se logró en 2-3 días (1). Del mismo modo se informa que cuando se secaron pedazos de ramas de 2,5 cm de M. piperita a 50° C y solo hojas de esta planta, el tiempo que demoró en alcanzar el material seco una humedad del 10% fue de 9 horas en el caso de las hojas, mientras que en las ramas fueron más de 15 horas (2).
También los factores temperatura ambiente, humedad relativa y velocidad del aire van a jugar un papel importante en el tiempo de secado. Por citar un ejemplo, se menciona que estudios realizados en Melissa officinalis demostraron que el secado a temperatura de 30° C y velocidad del aire entre 0,10-0,20 m/s y entre 0,02-0,05 m/s demoró en el primer caso alrededor de 15 horas en alcanzar el material vegetal 10% de humedad, mientras que cuando la temperatura del aire se incrementó a 50° C el tiempo se redujo sustancialmente a 3-4 horas en el primer caso y a 5-6 horas en el otro caso (2).
Para una mayor eficiencia energética en la producción de las plantas medicinales la tecnología de secado convencional con aire caliente por medio de combustible o electricidad puede sustituirse por el empleo de secadores solares que tiene la ventaja del ahorro de energía con la obtención de un producto deshidratado de gran calidad y donde las condiciones higiénico sanitarias en comparación con el secado natural es superior.
Al respecto se comprobó mediante una investigación desarrollada en nuestro país, en la Estación Experimental de Plantas Medicinales, en el período 10 febrero al 13 marzo del 2003 el secado de flores de Calendula officinalis y de hojas de Plantago lanceolata mediante un secador solar multipropósito. Se analizaron el color de la droga seca y los parámetros farmacognósticos: humedad, cenizas totales y principios activos; en el primer caso los porcentajes de flavonoides, en el caso de P. lanceolata la presencia del glicósido aucubina. Se observó que no hubo afectación en cuanto al color característico, tampoco en los contenidos de humedad, cenizas totales y principios activos de las drogas, pues no se apreció pérdidas en los porcentajes de flavonoides totales en C. officinalis y los ensayos en aucubina dieron positivos (3).
Envasado a granel y etiquetado
Las materias vegetales medicinales procesadas deben envasarse inmediatamente para evitar su posible deterioro y ataque de plagas y otras fuentes de contaminación. Al llegar a esta etapa es de suma importancia la adecuada conservación de la droga a largo plazo, por lo que se debe analizar cuidadosamente el tipo de envase a utilizar y las condiciones de almacenamiento, lo cual debe garantizar la estabilidad del producto y la conservación de sus propiedades físicas, químicas, organolépticas y terapéuticas que le dan valor al mismo. De ellos dependerá que el producto no vuelva a absorber humedad del ambiente, perder aceites volátiles, contaminarse con insectos o entrar en contacto con roedores.
Las drogas vegetales deben envasarse en cajas, sacos, bolsas u otros recipientes limpios y secos, de conformidad con los procedimientos normalizados de actuación y con las normativas nacionales y regionales de los países del productor y del usuario final. Los materiales del envasado deben ser no contaminantes y cumplir con los requisitos de calidad correspondientes a las materias que contienen. Los reutilizables como los sacos de yute y las bolsas de malla, deben limpiarse bien y secarse por completo antes de su reutilización, con el fin de evitar la contaminación con el contenido anterior y almacenarse en lugar limpio, seco y protegido de plagas y animales domésticos.
Sobre los envases se colocará una etiqueta con el nombre científico de la planta medicinal, la parte de la planta, el lugar de origen (lugar de cultivo o recolección silvestre), la fecha de cultivo o de recolección, los nombres del agricultor o del recolector y el procesador. En la etiqueta debe aparecer un número que identifique el lote de producción. Los envases se colocan en anaqueles que los mantienen a una distancia suficiente de las paredes (60 cm), del piso (15 cm) y del techo (alrededor de 1 m).
Como forma de resaltar la importancia de los envases en las drogas vegetales citaremos un estudio realizado en Cuba con el envasado a granel de la manzanilla y su conservación. Para la investigación se utilizaron bolsas de papel multicapas, de bajo costo y peso, de 760 mm de altura y 400 mm de ancho; bolsas de polietileno lineal de baja densidad, de 70 micras de espesor, 1160 mm de altura y 630 mm de ancho, cajas de cartón corrugado u ondulado, de 500 mm de longitud, 300 mm de ancho y 170 mm de altura. El estudio de conservación fue de 4 meses (28 mayo-28 septiembre), los diferentes envases se colocaron en local a temperatura y humedad ambiental (29± 2° C de temperatura y 79 ±2% humedad).
Los resultados demostraron una respuesta insatisfactoria a la conservación de la droga seca en cualquiera de los envases probados, por el gran deterioro que presentaba: perdidas de color, olor y del contenido de aceite, gran trituración, incremento notable de la humedad y fuerte infestación por Lasioderma serricorne, plaga de almacén generalizada en el trópico (4).
En cuanto a la transportación debe llevarse a cabo en momentos en que las condiciones ambientales sean más favorables y la carga debe estar protegida para evitar la exposición a situaciones drásticas como la lluvia y el sol. Los medios utilizados para el transporte a granel de materias vegetales medicinales desde el lugar de producción al de almacenamiento para el procesado deben limpiarse entre la descarga y una nueva carga.
Control y Normación de la Calidad.
En vista que el material vegetal va a ser utilizado como medicamento, resulta de gran importancia que el producto sea de alta calidad, para lo cual se han establecido normas que tienen como finalidad garantizar la calidad de esta materia prima.
Los fabricantes deben establecer departamentos encargados de la supervisión y el control de la calidad de la totalidad del proceso de producción de las materias medicinales, los que inspeccionan cada lote de material vegetal con arreglos a las normas nacionales establecidas y aprobadas.
Como garantía de que la materia prima proveniente de los campos de cultivo ha sido procesada de forma adecuada se realizan fundamentalmente al material secado los análisis macro y micromorfológicos, los que se refieren a la parte del material que constituye la droga (hojas, tallos, flores, etc.), tamaño de las partículas, color, olor, sabor y a la correcta identidad de las plantas; los físico-químicos y microbiológicos donde se analizan los contenidos de materias extrañas orgánicas e inorgánicas, de humedad, de cenizas (totales e insolubles en ácido), de sustancias solubles (en agua y en alcohol), el contenido de principios activos y la identificación de sus componentes en algunos casos. En cuanto a los análisis microbiológicos las restricciones relativas a los microorganismos y al contenido de residuos de metales pesados deben ser conformes con las normas nacionales y reglamentos pertinentes.
Algunas Normas de Calidad establecidas en Cuba
Norma Ramal para la comercialización de Calendula officinalis (NRSP 323)
Norma de Empresa de Mentha spicata (NE 2548-003)
Por lo antes expuesto es evidente la necesidad de realizar investigaciones destinadas a mejorar los conocimientos agronómicos relativos al cultivo de las plantas medicinales y el procesamiento poscosecha, así como fomentar el intercambio de información sobre la producción agrícola. En tal sentido se deben elaborar fichas de información y monografías sobre plantas medicinales que tengan en cuenta la situación particular de cada región o país, los que constituyen instrumentos informativos útiles para el progreso técnico de lo agricultores y recolectores locales de plantas medicinales.
Bibliografía |
1.- Lérida Acosta y C. Rodríguez. Plantas Medicinales: Bases para su producción sostenible. Agrinfor, 2006. 2.-A. Zaussinger. Convective Drying of Herbs. In Post Harvest Handling of Medicinal Plants, Society of Medicinal Plant Reserch, Dusseldorf, 1993. 3.-Carlos A. Rodríguez, Caridad Carballo, Isabel Hechevarría, Lérida Acosta. Ahorro del uso de la energía en el secado de plantas medicinales. Revista Cubana Plantas Medicinales 10 (1) 2005, disponible en: www.sld.cu 4.-Triana, J., Lérida Acosta, Ada Castillo, Esther Sánchez, Aleida Kindelán y Delia Durand. Los envases y la conservación de la manzanilla. En nuevas contribuciones en Cuba al desarrollo de la manzanilla (Matricaria recutita L.). La Habana, CIDA, 1989, p. 53-71.
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