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CURUPAY - CEBIL COLORADO
Familia: Leguminosas.
Otros nombres populares: Cebil colorado, curupay, curupaí, cebil moro (Argentina). Curupa-í, curupa-í pitá (Paraguay). Coboba, cohoba, yupa, yopa, pariká, Kurupa, hatax, jataj.
Orígen del nombre científico: Anadenanthera significa sin glándulas en las anteras.
DESCRIPCION
Arbol inerme que de entre 10 y 25 m de altura y tronco de hasta o,60 m de diámetro, corteza rugosa mamelonada y suberosa oscura y ramas terminales delgadas, lenticeladas, castaño verdosas, glabrescentes. Hojas caducas, alternas, con pinas multifoliadas, bipinadas, de 7 a 20 cm de largo. Flores hermafroditas sésiles con cinco pétalos y diez estambres dispuestos en capítulos axilares globosos de color crema-amarillento.
Fruto legumbre glabra, lineal, coriácea, dehicente por una sutura, comprimida, color castaño rojiza. Semillas de color castaño, lisas, generalmente entre 8 y 15 por fruto, comprimedas lateralmente, de alrededor de 1,5 cm de diámetro y de 0,125 gr promedio cada una.
Su madera tiene un p.e. de 0,840 kg/dm3
Florece durante la primavera y fructifica desde principios de diciembre y hasta fin de verano.
DISTRIBUCIÓN Y HABITAT
Brasil, Paraguay, Argentina. En nuestro país se la encuentra en Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes.
Es un elemento característico de la selva Tucumano-Boliviana y del sector serrano del Parque Chaqueño; en la selva se lo encuentra entre los 400 y los 800 msnm, principalmente en los faldeos orientales. Es raro en el norte de Corrientes y en el sur de Misiones.
COMPONENTES QUÍMICOS AISLADOS
Domínguez, J.A. (1928), menciona que en tallos foliáceos-fluctíferos de Piptadenia macrocarpa, recolectados en enero en el botánico de la ciudad de Buenos Aires, encontró que no contenían cianoglucósidos, saponinas, alcaloides y sí contenían peroxidasas y goma.
Se han aislado bufotenina y N-N-dimetiltriptamina en los frutos completos y 5 metoxi-N-metiltriptamina de la corteza de los tallos.
La corteza puede contener entre 10 y 30% de taninos.
Esta especie no se halla monografiada en la Farmacopea Nacional Argentina.
CULTIVO
Esta especie se reproduce fácilmente por semillas. Existen evidencias que los primitivos pobladores de América realizaban pequeñas plantaciones de esta especie.
Sin embargo no hay datos actuales sobre el cultivo, pero se presume que existen algunos dada la importancia maderera de esta especie y la excelente tasa de crecimiento que muestra.
USOS Y PROPIEDADES
Hieronymus, G.: (1882:88) p/Piptadenia cebil = Acacia cebil, n.v. cebil, cebil colorado, escribe: "... la hojas que se caen en invierno y se secan en el suelo son, en años de escasez de otro pasto, un buen alimento para los animales, especialmente los vacunos. La corteza ofrece un material muy bueno para las curtiembres, pues contiene hasta un 10 por ciento de tanino. La madera es de un valor secundario, debido a que se raja mucho, y se usa para rayos y pértigos de carretas, marcos de puertas, horcones ó pilares para galpones con techo de paja, arados y otros fines, principalmente para combustible. Según una nota añadida por I. T. (Inocencio Torino) al Catálogo de las plantas medicinales de Catamarca por F. Schickendantz en Anal. del Círculo Méd. Arg. tom. V. p. 122, el cebil (las semillas?) ocasiona el aborto, y, según dicen, impide el desarrollo del huevo en las gallinas y lo hace expulsar antes del término. El tronco y los ramos segregan una goma resinosa, á veces en abundancia."
Pardal, R.: (1937:332-341) En su capítulo XV, al tratar las piptadenias hace una sinopsis de relatos y otras narraciones de testigos presenciales del uso que los aborígenes americanos hacían de estas especies.
Menciona que "Los polvos de las semillas de Piptadenias, constituyen, con el tabaco, las primeras substancias que los acompañantes de Colón vieron utilizar a los indios como alusinógenos".
Cita que "el Padre jesuíta Ramón Pané, quien fué uno de los primeros en enviar a Europa muestras de tabaco, consignó que vió aspirar o fumar antes en las Antillas, un polvo gris como la canela y de efectos violentos, llamado Cohoba"; Agrega que "Fernando Colón describió que "para guardar el polvo los nativos tenían unas hermosas tabletas en forma cuadrilátera, y que ellos lo tomaban por medio de una canna di due rami, che si mettono al naso"."
Sobre las tabletas dice que son, en su mayoría, de madera de algarrobo, pero existen algunos ejemplares de hueso y de cobre. Por lo común miden de 16 a 18 centímetros de largo por 75 milímetros de ancho, siendo más anchas hacia la parte superior, donde presentan figuras talladas que coronan las tabletas. Presentan en su cara anterior una excavación de varios milímetros de profundidad.
Cita además al Padre Las Casas, quien hace una relación detallada, tanto de los utensilios como de la ceremonia y su objeto; a López de Gomara, quien al tratar de la religión de la isla Española describe las prácticas de los médicos hechiceros, a quienes llama Bohitis, y su empleo del polvo de las piptadenias; a Nieremberg, quien en 1635 se ocupa de esta droga, de su modo de empleo y efectos, llamándola Cehobba o Cohobba.
Escribe además que "pudo comprobarse el empleo de esta droga con fines análogos a los descriptos, en una vasta extensión de la América del Sud, que comprende desde las orillas del Orinoco y del Amazonas, hasta la provincia de Córdoba en la Argentina, y desde la costa del Pacífico, por Tarapacá y Atacama, pasando por Tiahuanaco, hasta el Brasil y el Paraguay."
Refiere que los aborígenes de la región central del Brasil la emplean aún como en los antiguos tiempos, en cambio, los Matako del Chaco Argentino - particularmente en la actual gobernación de Formosa (hoy, provincia de Formosa) - lo emplean sin utensilios especiales, colocando los polvos directamente con los dedos en los orificios nasales; y que Sotelo Narvaez, en 1583, describió el empleo del polvo de las semillas de cevil entre los Comechingones de las Sierras de Córdoba, quiénes lo guardaban en el interior de una concha espiral de Borus oblongus (Chorrito) gasterópodo común en las sierras y barrancos de Córdoba.
Comenta que "los nombres con los que los aborígenes han designado la droga, varían con los lugares, existiendo numerosas sinonímias entre los cuales citaremos las de coboba, cohoba, yupa, yopa, pariká, Kurupa, hatax, jataj. En español se la conoce con el nombre de cevil."
Amorín, J.L.: (1974:33-63), escribe que se conoce con el nombre de "piptadenia" al polvo obtenido de semillas tostadas, mezclado con cenizas alcalinas, de Anadenanthera peregrina (L.) Speg. y de otras especies de Anadenanthera, usadas con fines alucinógenos por muchas tribus aborígenes sudamericanas.
Respecto a A. macrocarpa (Benth.) Speg. = Piptadenia macrocarpa Benth, conocidas con los nombres vernáculos de cebil, cebil colorado, curupay, kurupá, etc., escribe que Galluppi menciona que "Las semillas semitostadas de A. macrocarpa constituye el kurupáih o kurupa indio (un hechizo según Montoya), que aspirado en forma de rapé sume en éxtasis produciendo visiones de un ensueño embriagador. Los guaraníes preparadores del kurupá y dueños del secreto se llaman "kurupadyaras" (probable designación genuina del médico hechicero).
G.A. Iacobucci y E.A. Ruveda en un estudio químico realizado en especies argentinas de piptadenia, transferidas a otros géneros, determinaron en 1963 que A. macrocarpa (P. macrocarpa) era la más rica en alcaloides y en número de bases presentes en las diferentes partes de la planta.
Bufotenina y N-N-dimetiltriptamina fueron aisladas de semillas y vainas.
Refiere además que en San Miguel de Tucumán los doctores J. B. Toledo, C. Zimerman (médicos psiquiátras) y J. M. Rodríguez Vaquero (bioquímico), realizaron estudios farmacológicos experimentales con animales de laboratorio e incluso, el doctor Zimerman, ha experimentado sobre sí mismo, inspirados en el empleo que los indios Lules daban a la piptadenia en la provincia de Tucumán. Los resultados, con caracter de estudio preliminar, fueron dados a publicidad en 1970, y tenían como proyección incorporar esta piptadenia en terapéutica oficial, como coadyuvante en psicoterapia.
Toursarkisian, M.: (1980:67), refiriéndose a Anadenanthera colubrina (Vell.) Bren. var. cebil (Gris.) Reis Altschul = Piptadenia macrocarpa Benth. = P. cebil (Gris.) Gris., cita a varios autores, mencionando el uso enumerado por aquellos: Hieronymus (1882:88), sub. P. cebil, abortivo (semillas); Hunziker (1973:265) ilusiógena (semillas); Cárdenas (1969:311)narcótico (semillas). Además refiriéndose a P. colubrina cita a Pío Correa (1909:17) gomo resina; y a Herrera (1940:95) narcótico-catártico (semillas).
Ragonese, A.E. y Milano, V.A.: (1984:147) Citando a Gallupi, 1943, refiere que las semillas del cebil tostadas constituyen en Paraguay el Kurupaih, que al ser aspirado como rapé produce éxtasis y visiones de un sueño embriagador.
También menciona a Pardal, 1937, quien ha escrito en La Medicina Aborigen Americana, que los indios Matacos del Chaco argentino utilizan las semillas molidas colocándolo en los orificios nasales.
Boelcke, O.: (1989:158) p/ Anadenanthera colubrina var cebil = Piptadenia macrocarpa, (cebil colorado) menciona que es uno de los árboles más valiosos del norte argentino, de madera muy cotizada y corteza rica en taninos.
F.A.O.: Una publicación del citado organismo internacional, editado en inglés, del cual no tengo más datos que su fuente bibliográfica, cita a Anadenanthera colubrina (Vell.) Brenan var. cebil (Griseb.) Altschul = Piptadenia macrocarpa Benth. = P. microphylla Benth. = A. macrocarpa (Benth.) Brenan.Menciónase allí que los modernos usos farmacéuticos de esta especie parten de las propiedades astringentes de su corteza y que ha sido usada largamente como un medicamento popular debido al contenido de bufotenina, como componente activo. Trátase de una sustancia alucinógena cuya acción ha sido científicamente comprobada en medicina alopática.
En medicina tradicional, la corteza es la parte más usada. Una decocción de corteza rallada es utilizada para complicaciones del hígado; un jarabe espeso de corteza y resina es tomado para bronquitis y anginas; decocción de corteza es bebida para la gonorrea, leucorrea y como depurativo de la sangre. También una decocción de corteza y resina es utilizada en gargarismos en el tratamiento de la piorrea, en tanto que la deccoción de corteza también se usa en lavados para el tratamiento de leucorrea e infección de ovarios.
En inhalaciones hechas con semillas, en cantidades pequeñas, es usada para dolores de cabeza, resfríos y catarros. Previamente las semillas han sido secadas al sol, asadas y molidas.
La publicación de FAO cita como fuente bibliográfica a Paula, J. E. de (1981), Estudo das estruturas internas das madeiras de dezesseis espécies da Flora Brasileira visando o aproveitamento econô para produçao de álcool, carvao, coque e papel. Brasil Florestal II (47): 23-50.
BIBLIOGRAFÍA
Hieronymus, G.: (1882), Plantae Diaphoricae Florae Argentinae - Bs. A.s, Ed. Kraft, 88 - 404 pp.
Domínguez, J. A.: (1928), Contribuciones a la Materia Médica Argentina, Bs. As., Ed. Peuser, 152/3 - 433 pp.
Pardal, R.: (1937) Medicina Aborígen Americana, Las Piptadenias, Cap. XV, 333-341.
Digilio, A.P.L. y Legname, P.R.: (1966) Los árboles indígenas de la provincia de Tucumán - Tucumán - Univ. Nac. de Tucumán, Instituto Miguel Lillo, N° 42 - sin paginar.
Amorín, J. L.: (1974) Plantas de la flora argentina relacionadas con alucinógenos americanos - Publicaciones de la Academia Argentina de Farmacia y Bioquímica - N° 1 - 33:63 - 63 pp.
Cozzo, D.: (1979) Arboles forestales, maderas y silvicultura de la Argentina - Enciclopedia Arg. de Agr. y Jard., Ed. Acme, 2da. ed., T. II, Fasc. 16-1, 45:46 - 156 pp.
Toursarkissian, M.: (1980), Plantas medicinales de la Argentina - Bs. As., Ed. H. Sur, 67 - 178 pp.
Ragonese, A.E. y Milano V.A.: (1984) Vegetales y Substancias Tóxicas de la Flora Argentina - Enciclopedia Arg. de Agric. y Jard., Ed. Acme, 2da. ed., T. II, Fasc. 8-2, 147 - 413 pp.
Amorín J.L.: (1988) Guía taxonómica con plantas de interés farmacéutico - Bs. As. Rev. de Inf. Fcia. y Bioq. N° 41 - 80 pp.
Boelcke, O.: (1989) Plantas vasculares de la Argentina - Bs.As., Ed. H. Sur, 2da. reimpresión, 158 - 369 pp.
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